El Restaurante El Olivo, en el Castillo de Tajarja hay que visitarlo al menos una vez. Pide mesa con tiempo porque es pequeñito y casi siempre lo tiene lleno, tienes que reservar antes.
El camino para llegar allí es un poco peculiar ya que El Castillo de Tajarja es un pueblo al que se accede por un camino de cabras literalmente, vimos muchas ovejas y similares bichos mientras que ya estábamos salivando pues estaba un poco más lejos de lo que habíamos calculado. Una vez en el pueblo no tiene pérdida porque allí está señalizado como si todos los caminos condujesen a El Olivo, parece ser que zona turística gastronómica por excelencia gracias a este restaurante. Allí ha comido Montserrat Caballé, y muchas personalidades, hasta la competencia Ferrán Adriá. Cuentan que el séquito de Manuel Chaves llamó para reservar mesa para Chaves y les dijo él personalmente que estaban llenos. Pero !Hombre, si es Manuel Chaves! Ya pero mi restaurante está lleno.
Bien, ya estamos allí, nos recibieron afablemente colocándonos en una mesa en la que teníamos cada uno 5 platos apilados, que luego irían quitando conforme fueras comiendo platos del menú, al revés del resto.
El cocinero del Castillo de Tajarja cogió un taburete y se sentó en nuestra mesa con su traje blanco inmaculado y su gorro de cocinero.
Se dirigió a mis niñas.
Bueno niñas qué os gusta comer .
A lo que respondieron sin mucho pensar: Pasta
Pues aquí no hay pizza, ni macarrones ni hamburguesas, pero lo que os «voy a poner» os va a gustar.
De tal manera que nos dijo lo que teníamos que comer, nada de traiga el menú , sino aquí se come lo que yo digo, estábamos divertidos.
De primero fue un paté casero que se derretía en la boca, Vero muy escéptica a todo esto, se puso «morada».
Después vino una fabada con hilillos de pato que era para chuparse los dedos. A continuación alcachofas con tacos de salmón. Yoli se reía porque decía que le recordaba a la película de Asterix y Obelix «Las pruebas», en la que una de las pruebas que tuvo que superar Obelix era comerse todos los platos que iba llevando el cocinero, vestido igual que nuestro personaje, hasta hipopótamos le llevó, una vaca marinada… el cocinero se fue llorando porque había arrasado con todas las existencias de su cocina, y lo que se le ocurrió decir a Obelix era que cuándo llegaba el postre.
Otro plato era pato confitado , ese e le gustó mucho a las niñas. También queso de cabra con mermelada de cebolla, Crepes salados de espinacas, uf ya no cabe más señor cocinero traiga el postre. Fondúe de fresas con chocolate, fantástico.
Después fuimos al parque mientras un lugareño ya jubilado nos contó que fue jefe de cocina en el restaurante de este peculiar cocinero que ha cocinado en los mejores restaurantes, durante mucho tiempo estuvo en Andorra, y se cansó de las grandes urbes y llamó a este señor de su pueblo y le dijo búscame un terrenito que me vuelvo al pueblo y allí montó este restaurante.
En fin después de esa copiosa comida ya sabéis por la noche a compensar una leche con cereales o una ensalada y una fruta. No pasa nada se puede uno pasar comiendo pero recordar siempre compensar después.
Que divertido el lugar, merece la pena probar