Gracias a todos mis alumnos del Aula permanente, gracias por vuestros aplausos, gracias por vuestro cariño, por prestarme tanta atención, en definitiva gracias por estar ahí, mi aula de mayores.
Enseñais que la serenidad, la alegría y las ganas de aprender no se pierden nunca. Formais parte del grupo que yo llamo al otro lado del espejo porque veis la vida con alma curiosa y sensible.
Es obligado que os relate el cuento que os dediqué el año pasado:
Viejos amigos
Se llamaba Pedro García Infante, tenía 80 años, él no era viejo, simplemente era mayor. Formaba parte del Aula Permanente, que es la universidad para mayores de 50 años que se encuentra en Granada. Era mi alumno. Sus ojos grises eran los únicos que brillaban en la primera fila, con esa mirada curiosa y tibia que sólo aparece en la inocencia de un niño y en el viejo que desea seguir descubriendo el universo. La asignatura a la que se apuntó Pedro era la de Salud Integral, aunque en realidad la asignatura es lo de menos. Mis mayores lo que realmente aprendían era a ser buenos viejos y eso no se improvisa, hay que trabajarlo para que las arrugas de la cara no importen nada si el alma está pintada de curiosidad e inquietud; el alma de mis alumnos desbordaba esos colores. Pero sobre todos ellos tenía una pregnancia especial el alma de Don Pedro, así era como le llamaban sus compañeros. Era un viejo algo hermético, no sabíamos demasiado sobre su vida al margen del aula, aunque su fragancia mezcla de soledady esperanza llegaba hasta la tercera fila. Su atuendo solía ser un traje marrón o negro y camisas luna de plancah olvidada. Una tarde yo platicaba sobre medicamentos y al llegar a los antidepresivos intenté explicarles que no siempre eran necesarios y les referí una bonita historia sobre dos viejos que se adoraban. A pesar que ella iba hecha un cromo, él la veía la mujer más deseable dedl mundo. Cuando ella murió él sintió que nunca volvería a amanecer, vivió y amó y ahora había cerrado las ventanas dejando pasar sólo el hálito del dolor y un cansancio infinito que los doctores intentaron mitigar con antidepresivos:
-Ya verá como se siente mejor, le quitarán la pena.
-No doctorcito, no, la pena no me la quite, es lo único que me queda de ella.
Al llegar a este punto del relato fue cuando esos ojos grises empañaron su visión y comenzaron a derramar lágrimas tibias que me helaron a mí. Fueron un mar de liberación y de dolor. Aquella historia era la suya, sacó una foto del bolsillo izquierdo de su camisa cerca de donde palpita su corazón, era su esposa Catalina vestida con un traje negro muy elegante que aún resaltaba más el cielo de sus ojos. Era una foto tomada antes de morir. Catalina murió de un cáncer de ovarios que la arrastró hacia el lugar donde se espera, o que el que queda espera para ir hacia allí. La vida dejó de tener sentido hasta que llegó al AULA, allí encontró no una razón para seguir, sino que halló la razón para llenar su alma de nuevo de esperanza. Todos los compañeros le dieron el medicamento más efectivo en estos casos, un tierno abrazo de amistad y sacaron pañuelos que absorvieran esa empatía que llenaba el aula. Nuestra amistad con Don Pedro fue creciendo, sosegando las cicatrices.
Aquel invierno en el que Don Pedro nos abrió su corazón vino a casa con mi familia muchas veces a cenar y a pasar instantes de vida. Aquella Navida, su última Navidad la pasó en mi casa, él ganó una familia y Papá Noel a mí me regaló un abuelo. Después de esa Navida se reanudaron las clases, en mi aula había un sitio vacío, faltaban sus ojos grises, inqietos, tiernos y curiosos.
-!Ah!, ¿pero no lo sabe profesora? Él ya está con Catalina.
Este cuento se lo dedico a mis alumnos del Aula Permanente. Vivimos muriendo y hemos de procurar morir viviendo. Son viejos amigos…
Fue publicado en el suplemento de Cuentos de Navidad del periódico Ideal.
Un abrazo a todos
Hola Yolanda. Gracias a ti por la clase, muy esquematizada y al grano. Y el cuento es precioso.
Como verás también tengo un blog, aunque muy abandonado últimamente, lo he vuelto a retomar. Me tomo la libertad de llevarme una de las fotos a él.
Nos vemos aquí o allí
Me encanto como explicaste en la clase del miercoles, eres muy natural.
Me encanta tu blog. El cuento es precioso y muy emotivo.
Te dije que tenia un blog, pero no en wordpress.
Hasta el lunes.
http://palomaresabia.blogspot.com/